Ahora que duermo solo, que la boca me sabe a ti, que mi almohada ya no respira más tu aliento, y la sabana llora conmigo de nostalgia, no sé dónde volcar tanta ansiedad.
Solo quisiera saber porque fue que llegaste, ni siquiera entiendo porque te fuiste. Platicando con el despertador, me entero de su romance con la lampara, mientras le miento a la tasa de café, y bromeo con el buen sillón, que acostumbrado a nuestros cuerpos té extraña igual que yo, me engaña con el consuelo de saber que tanto te necesito.
Tuve que discutir con mis llaves por ver quien llegaba primero a la puerta, lo único que gane fue darme cuenta de lo solo que estoy, igual que la misma puerta que te vio alegremente llegar, la misma puerta que te vio llorando salir, y ahora ingenuamente espera que regreses para quedarte junto a mí.
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